Harta
....Harta de someterse a convencionalismos sin sentido y de gastar toda su energía en el vano intento de integrarse a grupos disfuncionales que ni le interesan ni le hacen bien, decide darse por vencida. Inútil ante la incontrastable verdad de que hay personas que no viven para vivir sino para acomodar, para poner cada parte en su lugar del todo y denunciar a las que no encajan, decide soltarle la mano a las ganas y hacer la suya.
....En ese exacto momento de su deserción, los planetas parecen acomodarse para probar de nuevo su error y el dedo señalador cae precisa y puntualmente cuando menos se lo espera una vez más en su cabeza. “Es que no hay manera de hacer las cosas bien”, concluye cabizbaja y sola mientras libera semejante frustración en el papel y espera paciente la llegada de aquel auto que en media hora o poco más estacionará en su puerta para descargar kilos y kilos de reprobación silenciosa, miradas esquivas, sonrisas cómplices que la dejan afuera de todo y la promesa de un rumor indiscutible multiplicado en casas de padres y hermanas políticas: “Qué rara que es esa chica. Yo no sé por qué no será más normal”.
....Harta de someterse a convencionalismos sin sentido y de gastar toda su energía en el vano intento de integrarse a grupos disfuncionales que ni le interesan ni le hacen bien, decide darse por vencida. Inútil ante la incontrastable verdad de que hay personas que no viven para vivir sino para acomodar, para poner cada parte en su lugar del todo y denunciar a las que no encajan, decide soltarle la mano a las ganas y hacer la suya.
....En ese exacto momento de su deserción, los planetas parecen acomodarse para probar de nuevo su error y el dedo señalador cae precisa y puntualmente cuando menos se lo espera una vez más en su cabeza. “Es que no hay manera de hacer las cosas bien”, concluye cabizbaja y sola mientras libera semejante frustración en el papel y espera paciente la llegada de aquel auto que en media hora o poco más estacionará en su puerta para descargar kilos y kilos de reprobación silenciosa, miradas esquivas, sonrisas cómplices que la dejan afuera de todo y la promesa de un rumor indiscutible multiplicado en casas de padres y hermanas políticas: “Qué rara que es esa chica. Yo no sé por qué no será más normal”.
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