viernes, 1 de enero de 2010

El centro (de vos mismo; qué lejos estás de él)

....Estoy quieta en el centro y no puedo evitar advertir que ver pasar la gente es como ver televisión. Hay un espacio que separa esto (estar quieto) de lo que realmente pasa afuera. Por definición, en las calles del microcentro las cosas se mueven. Siempre. Las personas pasan aceleradas, se chocan, se empujan, las bocas gesticulan, se quejan. Y eso es natural. El elemento extraño en el sistema soy yo.
....Las vendedoras gritan, los volanteros invaden, avanzan y quiebran la multitud que por un mecanismo homeostático puede cerrarse nuevamente sobre sí misma una vez superado el obstáculo.
....Sólo los chicos miran hacia arriba, se fijan. El resto se lanza arrastrado por la fuerza del tengo que llegar, rápido. Las mujeres tienen atrapadas sus carteras; los hombres, sus mochilas. Acá y allá y allá también suenan celulares. Las miradas no se cruzan. El fastidio se lee en los ojos. Hay algo adentro que sabe que no está bien vivir así, que hace mal. Pero esa voz suena bajito y en el centro hay siempre mucho ruido. Adentro, también.

1 comentario:

  1. Es cierto que esa voz es bajita, y tenemos mucho ruido exterior e interior. Pero ahí está. Es como caminar con un pequeño callo en el pie. Tal vez hay que salir del pensamiento lógico, para entender lo que la voz nos quiere decir.

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